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Mostrando entradas de 2017

Recuerdos.

Una combinación entre nostalgia y anhelo, ambas en su justa medida. Quizá incluso me atrevería a decir que también interviene en cierta manera la melancolía. Sigo mi vida, eso no me para. Quizá porque tú me enseñaste eso; la mayor lección de mi vida. Quizá porque sea lo mejor para mí; no quedarme anclada en el pasado. Quizá porque sí; que no me quede remedio. Quizá por las tres; son igual de importantes. Sin embargo, todos los días me lo planteo, siempre hay un punto de inflexión, un momento en el que no encuentras la voluntad, la fuerza, las ganas u otra cosa parecida para seguir tu camino. Creo que esos son los peores sentimientos; el querer algo triste e irrevocablemente de manera permanentemente. Querer algo que ya no puede ser, que fue. Algo que disfrutaste y que no volverá a suceder. No quiero recuerdos, los recuerdos no llenan el vacío, no calman. ¿De qué sirven los recuerdos si cuando los rememoras solo quieres más, y más, y más? Toda una persona, con todo lo que c...

Querer y no poder.

Cosas que me encantaría decirte, otras que retiraría. Abrazos que no te di, otros que, habiéndolos dado, se quedaron cortos.  Películas que queríamos ver juntos, otras miles que nos encantaron. Canciones que se que te encantaría escuchar, otras que ya te encantaban. Domingos que querría reírme a tu lado, otros que se nos alargaron hasta el lunes. Consejos que me vendrían bien ahora, otros que me sacaron de grandes hoyos.  Muñecos de arena que se me ocurren para hacer en nuestra playa, otros ya hechos que no podría mejorarlos ni queriendo. Miradas con las que te diría cuánto te admiro, miradas que me demostraban cuánto me querías. Mensajes kilométricos que te enviaría, otros cortos y profundos que nos mandábamos. Apodos que se me ocurren, otros como pollito o princesita que ya desgastábamos a diario. Todo lo que querría, todo lo que no se puede.

Miedo.

Ese miedo persistente. El mismo que a veces no te deja ni tomar una bocanada de aire, que te asfixia, que te inmoviliza.  Un miedo en el que no sabes definir el por qué. Quizá porque te da miedo enamorarte, quizá porque tienes miedo de que se acabe, de que duela, de que te pase lo mismo. Miedo a quebrarte de nuevo y no saber si podrás recomponerte. Lo peor de este miedo es que es intermitente. Ahora sí, ahora no. Ahora sí, ahora no. Ahora te olvidas de todos tus problemas y ahora te creas incluso nuevos. ¿Cómo controlarlo? Quizá incluso me atreva a decir que nunca se podrá controlar, al menos no en su totalidad, pero podemos intentar controlar una casi totalidad.

Culpa; ¿La tuya?, ¿la mía?

¿Fue quizá tuya? Tuya por no ser claro, por no revelar tus intenciones, por no saber, por no decidir, por contradecirte, por no saber querer, por no arriesgarte. ¿Fue quizá mía? Mía por no saber que quería, por no valorarlo, por ir a lo fácil, por no querer perder, por no ser sincera conmigo y contigo, por no arriesgarme. ¿Entonces? ¿Será nuestra? Por no ser sinceros, por no olvidar el miedo, por ir a lo fácil, por contradecirnos, por no arriesgarnos. ¿Y ahora qué?