Te acostumbras a levantarte al lado de alguien, a que te despierte con caricias, a que te mire la cara sin lavar y aun así la observe con admiración, a que te de besos sin venir a cuento y cada uno de ellos sea con más sentimientos que el anterior, también a que vivas en una risa constante, y bueno, quizá también al hecho de saber que esa persona está a tu lado.
Cuando te quitan todo eso sabes que cada día que pase te acostumbrarás a no tenerlo. Y no es que te de miedo saber que ya no necesitarás dormirte al lado de alguien o besarle las veinticuatro horas del día, sino que no quieres acostumbrarte, porque eras tan feliz cuando lo tenías que no quieres que se acabe.
Todas las personas tenemos la suerte de encontrar, a lo largo de nuestra vida, una persona que nos complemente a la perfección. Esa persona es la que te hace reir cada día y también llorar algunos, que te da besos como si cada uno de ellos fuese el último, que valora el tiempo que le dedicas, que tiene tus mismos valores, que te comprende cuando le hablas, que sabe qué te molesta y qué no, y lo más importante, que sabe que ambos podríais estar con otras personas y que sin embargo os habéis elegido, puede que no para siempre, pero si por un rato; largo o corto, eso es lo de menos. Lo importante es que os habéis elegido, nada más y nada menos que para haceros felices el uno al otro.
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