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La muerte tiene su propio reloj

¿Cómo aceptarlo?, ¿cómo?. 
Para que no duela, para no sufrir, para no hacer sufrir, para poder seguir adelante. La gente constantemente habla de miedo, de miedos superables; miedo a la oscuridad, superable. Miedo a los espacios reducidos, superable. Miedo a los animales, superable. Miedo a perder a alguien, insuperable.
Eso es realmente un miedo, saber que hay una persona con la que has compartido vida, momentos increíbles, graciosos, llenos de aventura, de risas, de adrenalina, de tristeza, de peleas, de superaciones, de luchas, de un sin fin de cosas y que queda poco tiempo, muy poco. Saber que te quedarán mil cosas por hacer, por decirle, por enseñarle, bueno, por que te enseñe, por que te vea aprender. Que vea tu primer amor, tu primera vuelta en coche, tu graduación, tus actuaciones, tus bailes y tu voz irónicamente afinada al cantar. Ese es uno de los grandes miedos de esta vida, que además no se puede controlar. Esa desesperación por saber que harías cualquier cosa por evitarlo, evitar su marcha, pero que no hay cosa que lo evite. Es insuperable porque sabes que no hay lugar más bonito en el mundo que ese en el que quieres a alguien y ese alguien te quiere a ti. Que sabes que no hay un amor parecido a ese y no lo habrá. Pero digamos que, la muerte tiene su propio reloj, desde el primer momento está el año, el mes, el día, la hora y el minuto exacto de la muerte de cada persona. Pero esa es la cosa, que eso solo el reloj lo sabe.

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