Cada caricia, cada beso, cada abrazo, cada gesto, la más mínima cosa que exprese sentimiento lo recuerdo de ellos. Por suerte, la mente humana es tan fascinante que es capaz de almacenar miles de recuerdos para siempre. En el mundo real todos sabemos que nadie es inmortal, y que tarde o temprano nuestros seres queridos se van. Pero se van físicamente, quiero decir, siempre quedarán en nuestra mente, y mientras estén en ella, seguirán "vivos". Lo único que tienes que hacer es cerrar los ojos e imaginar que están ahí, recordar lo que sentías, lo que te hacían sentir más bien, los sitios... Y nos damos cuenta de que recordamos con todo detalle algunos momentos, que nos fijamos en cosas de aquel instante que ni sabíamos que nos habíamos fijado. El ejemplo que me dieron me servirá para siempre y les doy las gracias.
De ellos aprendí que a pesar de que cometamos cientos de errores, podemos rectificar. Aprendí que las cosas más sencillas son las que más importan, como un abrazo. Aprendí que la mejor medicina son las risas, a pesar de las circunstancias, que la vida es muy corta. Aprendí que el amor es el arma más poderosa, la más importante, y por ello la más devastadora.
Con esto quiero decir que son las personas más importantes que probablemente conozcamos, porque ellos habrán creado a nuestros padres, personas también importantes, pero que si no fuese por nuestros abuelos, no existirían ni ellos, ni nosotros. Disfrutemos de ellos lo que nos quede, y recordemos lo que nos dejaron.
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