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La Luna

Escrito por Luis Revilla:

Desde un humilde mirador, empujado por deseos sin nombre, este pretencioso soñador te canta a tí, reina. A tí, guardiana de los enamorados, patrona de poetas, diosa de locos; te suplico: alúmbrame con tu majestuosa luz. Tú, que insuflas en los sueños de mentes perversas desvaríos de dioses, monstruos y otros delirios de hombres; inspírame. Hazme partícipe del secreto de la oscuridad. Aliméntame con los frutos de la noche. Báñame con la luz de las joyas del firmamento. Muéstrame los placeres de lo oculto. 

Transfórmame.

Transfórmame, mi señora, en algo que trascienda lo cotidiano, lo mundanal, lo que soy. No quiero ser por más tiempo una marioneta en manos del destino, y tu sangrienta sonrisa es la única llave que puede abrir esta oxidada cerradura que es mi mente.

Todas las noches alzo mis vista al firmamento buscando tu estela, atisbando en el horizonte en busca de tu gloriosa presencia. Te busco, te veo, y comprendo que eres todo lo que anhelo y deseo. Me llenas, me complementas.  Me transformas. Sin embargo, a veces te contemplo y descubro que te veo, si, pero no te veo. En ocasiones como esta, solo veo tu plateado cadáver, y no hay rastro del espíritu que en él habita. En estos momentos solo espero, celeste musa, que salgas de tu escondite y que me hagas cantar sobre el caos y la eterna noche, sobre lujurias, desvaríos y pasiones, sobre la historia de la caída del hombre. 

Así que sal de tu refugio de níveas telas, aquí solo hallarás a tu fiel servidor dispuesto a cumplir tus más disparatados deseos. Aquí tienes a tu hijo guerrero, a tu amante imperfecto, a tu poeta de rostro fiero. Aquí y ahora, mi reina, yo te espero.


Escrito por Natalia Ciancia
Obsérvala, dime que no te hipnotiza, que no es un fuerte sedante. Dime que su luz no te embriaga, también que su perfección dentro de sus imperfecciones no te fascina. Intenta convencerme de que no te fascinaría observarla desde un poco más cerca. Intenta ir en contra de su adicción, porque mirarla te crea eso, es como una fuerte droga. Intenta no mirar, pero sufre un pequeño lapsus y mira, así sucesivamente hasta que se rinde ante tal belleza inconmensurable. 
Entonces comienza, como nos ocurre a todos, a imaginarse cada vez más cerca, y a cuanta menos distancia de ella, más aumenta la adicción. Tan perfecta es que alivia a los que se han intoxicado de filosofía. 
Cuando sale y se disipa desde la Tierra, se pierden las campanas y aparecen sendas Impenetrables. Cuando sale, el mar cubre la tierra y el corazón se siente isla en el infinito. Todo parece poco comparado con ella. 
Te hace sentir vivo, afortunado y privilegiado, intentas asimilar tanta hermosura y sigues sin comprender como puede todo compaginarse tan bien y dejarte embobado. 
Deja que toda ella con sus perfectas imperfecciones penetren en lo más profundo de tu ser, déjate enamorar por su belleza. Deja que su pequeñez dentro de su gran inmensidad te enganche y te hagas adicta a ella. Déjate iluminar por su candelabro gélido. 



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