- ¿Qué es lo primero que te viene a la mente cuando te nombro la palabra muerte?
- Pues eso depende del contexto.
- ¿Contexto?, ¿qué contexto?
- Por ejemplo si te refieres a la muerte de un familiar o ser querido, o si te refieres a mi propia muerte.
- Bueno, en esos contextos, ¿qué te transmite?
- En el primer contexto, el de la muerte de un familiar o ser querido, la palabra muerte me transmite dolor, mucho dolor, pero sobretodo miedo. No miedo a perder a esa persona, que ya de por sí bastante es, sino miedo de no poder despedirme y decirle lo importante que es para mi, más bien demostrárselo.
- Bien, ¿y en el segundo contexto?, el de tu propia muerte.
- Digamos que en ese contexto la palabra adecuada sería agobiante, seguramente pensaría a cada minuto que ese podría ser mi último momento en vida. Sería agobiante el pensar que todo acaba ahí, en la muerte. Debe de ser una maldición el saber cuánto te queda de vida. Quiero decir, por una parte estaría bien; te puedes despedir de tus seres queridos, pero por otra parte sufrirías, y lo más importante; verías sufrir a los de tu alrededor. No debe ser agradable, precisamente, el mirar a los ojos de una persona y ver que cada día tiene un poco menos de vida.
- ¿Entonces?, ¿tienes miedo a la muerte?
- No. El miedo es para la gente con límites. La muerte no me da miedo porque, la muerte, es lo único seguro de esta vida. Tenga o no tenga miedo, las personas morirán, mis seres queridos morirán, y yo con ellos. Prefiero vivir sin miedo a algo que sé que pasará. Cuando llegue el momento solo quiero poder decir que logré las cosas que quería lograr.
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