A lo largo de la adolescencia se conocen a muchas personas, unas se quedan un rato más que otras, y otras se quedan toda una vida.
Centrémonos en un tipo de personas; en las parejas. Aparecen decenas, y a veces te imagínas haciendo cosas de parejas con una persona en concreto, pero no pasa nada, y además no le das importancia. Tras conocer a varios chicos conoces a alguien que cambia todo. Sabes que puede salir mal, pero te aferras a la idea de que pueda salir bien, y no es malo que lo hagas. Y te da grandes momentos, pero los que más te marcan son esos paseos cogidos de la mano, esas cosquillas, esos te quiero al oído...
Pero comienzas a ver claro que esa relación por diversas razones no tiene futuro, o al menos no uno que te guste. Pero aun así te aferras a la idea de quererle, incluso llegas a pensar que no eres nada sin él.
Por fin tras mucho tiempo intentándolo le pones punto y final. Y te das cuenta de que hacía mucho tiempo que no eras tan feliz, tan libre. Ahí empiezas a disfrutar, a no tener que dar explicaciones y a poder elegir entre más chicos.
Que bonitos esos momentos, sobretodo la fase del "tonteo", cuando intentas fastidiar a la otra persona, o ella te intenta fastidiar a ti y lo consigue. O cuando sois amigos y te ayuda en todo. O cuando te da abrazos de esos que como mínimo deberían durar toda una vida. Hay que disfrutar cada momento, porque ninguno, pero ninguno, se volverá a repetir, ni de la misma forma, ni en el mismo sitio, ni en el mismo momento, y mucho menos, mucho menos, sentirás lo mismo.
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