Nos pasamos la vida poniéndonos nosotros mismos piedras en el camino, haciéndonos creer que hay imposibles, y no nos paramos a pensar en que no hay nada imposible, que hay cosas por las que no nos arriesgaríamos, simplemente porque puede que perdiésemos más de lo que ganábamos, o simplemente porque preferíamos otra cosa. A esas cosas por las cuales no nos arriesgamos, por una razón o por otra, las llamamos imposibles. Pero mentalizaros; no hay nada imposible, nada.
¿Cómo aceptarlo?, ¿cómo?. Para que no duela, para no sufrir, para no hacer sufrir, para poder seguir adelante. La gente constantemente habla de miedo, de miedos superables; miedo a la oscuridad, superable. Miedo a los espacios reducidos, superable. Miedo a los animales, superable. Miedo a perder a alguien, insuperable. Eso es realmente un miedo, saber que hay una persona con la que has compartido vida, momentos increíbles, graciosos, llenos de aventura, de risas, de adrenalina, de tristeza, de peleas, de superaciones, de luchas, de un sin fin de cosas y que queda poco tiempo, muy poco. Saber que te quedarán mil cosas por hacer, por decirle, por enseñarle, bueno, por que te enseñe, por que te vea aprender. Que vea tu primer amor, tu primera vuelta en coche, tu graduación, tus actuaciones, tus bailes y tu voz irónicamente afinada al cantar. Ese es uno de los grandes miedos de esta vida, que además no se puede controlar. Esa desesperación por saber que harías cualquier cosa por evita...
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