¿Cuánta felicidad no?
Cuán feliz nos hizo. Tantas palabras, tantos regalos, tantos abrazos, tantos besos. Que fácil fue enamorarnos ¿verdad? Nos creímos todo. Cuán bella parecía la rosa, aquella que mirábamos de lejos y no de cerca.
Y justo cuando la tocamos. ¡Au!
Que dolor ¿verdad? Que bonita nos había dicho que era la rosa y cuantas espinas le había quitado.
Una vez que te pinchas, todo cambia, la herida superficial se cierra, pero ¿y la profunda, la interior? Ese temor a volverte a pinchar nunca desaparece ¿verdad?
Así es el amor, tan perfecto, tan imprescindible, y a la vez tan doloroso, tan punzante. ¡Claro! ¡Como una rosa!
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